domingo, 29 de octubre de 2017

De nuevo llega el Día de los Difuntos


 flores, flores... para los muertos!
                         "Un tranvía llamado deseo"

El mes de Noviembre es el mes de la nostalgia, del misterio que nos roza, de los recuerdos.
Y cuando llegan épocas de crisis se revive la añoranza. Tiempos en que algunos corríamos por las verdes praderas, con sueldos decentes y dinero para despilfarrar. Se revive la nostalgia de pasar las tardes-noches en casa viendo la televisión. Una televisión que nos parecía maravillosa con series como El fugitivo, Embrujada o Los ángeles de Charly. Y tardes de lluvias y de partidos de fútbol y hombres sentados delante del televisor siguiendo el partido al mismo tiempo que lo escuchaban a través de un transistor



Pero la programación estrella de la tele del mes de noviembre era El Tenorio de Zorrilla. "Estudio Uno" se constituyó en guardián de la cultura y emitía una serie casi siempre teatral donde afrontaba los misterios del corazón o un Tenorio que intentaba dar una explicación a esas preguntas que sobre la vida y la muerte nos hacemos los humanos con un Don Juan seductor y burlador de mujeres que asesinaba a hombres y deshonraba a los muertos. Un Don Juan que raptaba y seducía a una bellísima Doña Inés.

Y en el teatro como en el cine no puedo olvidar una secuencia inolvidable ¿Quién teme a Virginia Woolf?  El momento en que Edward Albee hace un homenaje a Tennessee Willians y entra Burton con un ramillete de flores secas repitiendo la famosa frase de "Un tranvía llamado deseo" ¡Flores, flores para los muertos! Y el grito desgarrador de Elizabeth Taylor porque su marido ha roto el pacto y ha asesinado al hijo ficticio.

Lo peor es que cuando llega el Día de los Difuntos y el de Todos los Santos me resulta triste pensar en nuestros seres queridos. Y no sé por qué vuelven a flotar esas palabras de la obra de T. Williams, la temperatura del aire desciende, se respira un intenso frío que va acompañado de recuerdos, de generosidad, de inteligencia, de amor. Hoy al volver a leer este párrafo, he pensado que lo que nos acompaña es el llamado veranillo de las nueces que se resiste a marcharse, pero con frío o con calor, lo cierto es que nos contaminamos del efluvio de la muerte y dejamos atrás los egoísmos y los resentimientos. Y en silencio lloramos nuestras pérdidas.



El origen de la noche de Halloween, se remonta a la cultura céltica. Y era la noche en que los espíritus de los difuntos eran libres y vagaban por la Tierra. Creían que las almas benditas regresaban a la tierra, nos visitaban por unas horas. En una ocasión hubo entre esas almas un espíritu malévolo que iba por las casas pidiendo “truco o trato” y la leyenda asegura que lo mejor fue hacer un trato, es decir pactar con el espíritu, para librarse de las posibles maldiciones Y como protección surgió la idea de crear horrendas calabazas y encenderlas por dentro, no para darles luz como hacemos nosotros con nuestras velitas ardiendo, sino todo lo contrario son una velitas que tienen como fin espantarlos. Evitar encontrarse de nuevo con el espectro.


“Los antiguos griegos llevaban a sus muertos
pasteles, leche y vino. Nosotros seducidos
por una ilusión más refinada, sino más sabia,
les ofrecemos flores y libros”
Marcel Proust, Los placeres y los días

En la cultura anglicana y en la  luterana también cobraban vida los espíritus, tanto que en algunas zonas la gente no dormía en sus camas esa noche para que los difuntos tuvieran un fugaz descanso.

En Méjico el día de los difuntos fue un culto anterior a la llegada de los españoles, ellos conservaban los cráneos como trofeos y los mostraban durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento. Los muertos vienen, vuelven, conviven...



Aún hoy mantienen la representación de la muerte, les hacen fiestas en los cementerios, elaboran altares en sus casas, e incluso les depositan sus alimentos preferidos. Celebran el Día de los Muertos Chiquitos, de los niños fallecidos, una Festividad que precede al Día de los Difuntos. Elaboran el pan de muertos que simboliza el ciclo de la vida y la muerte, y cocinan frijoles y arroz. Hoy completan la ofrenda colocando fotos de sus hijos disfrazados de calabazas o de brujitas.

En España y en Canarias en particular la familia se reunía y los mayores contaban a los pequeños de la casa cosas, recuerdos de los que se habían ido. Todo alrededor de la mesa en donde siempre había algunos frutos secos, castañas, anís y con suerte vino de la cosecha familiar. Después acudían a los cementerios a limpiar las lápidas, enramar las tumbas y dedicar una oración de recuerdo y respeto a sus finados, eso sí, tomando precauciones por eso murmuraban:

-Nadie puede saber lo que puede suceder, las cosas terribles y tenebrosas que nos pueden ocurrir alrededor de un cementerio.

Entonces para no agarrar “aire de panteón”, llevan una rama de ruda en la oreja y otra debajo de la camiseta; se cree que por su fuerte olor esta planta aleja las malas vibraciones del cementerio.

La muerte no alteraba el programa y se celebraba el Rancho de Ánimas que tenía su día grande el 1 de noviembre, un grupo de personas recorrían las casas. Cantaban y tocaban el timple por los enfermos y por las ánimas de la familia. Era una forma de reiterar la pérdida.

Hoy combinamos las costumbres tradicionales con otras más pintorescas llegadas del otro lado del Atlántico, así los cementerios se siguen visitando para enflorar y limpiar las tumbas de nuestros seres queridos que cobran vida. Les hablamos de acontecimientos presentes o pasados, de cosas que compartimos juntos. Quizás porque como decía Octavio Paz “El culto a la vida, si de verdad es profundo y total, es también culto a la muerte. Ambas son inseparables. Una civilización que niega a la muerte, acaba por negar a la vida”.

En definitiva los que poseemos una ciega fe religiosa rezamos por los que se van, rezamos por la continuación de un ciclo. Y eso nos da un efecto tranquilizador. Pero cuando llegamos a una edad respetable entramos en una pesadilla y aturdidos rezamos más por nosotros, y les pedimos a los que están más allá y a todos los dioses habidos y por haber que nos ayuden con una muerte serena, en paz y con rapidez. Todo con la esperanza de que no nos trasladen a una mala residencia de ancianos o evitar ser durante un tiempo enfermos terminales, una pesada carga familiar.

En definitiva deseamos morir sin molestar a los demás.

Fotos: Dos entresacadas internet y la otra mi nieta Livia, disfrazada para fiesta Hallowen


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